Mañana celebraré 3 años del blog, tres años escribiendo sobre mi Txikitina. Tres fantásticos años que no cambiaría por nada del mundo. Me quedo con todo lo bueno y todo lo malo. Porque todas las cosas que he vivido y he experimentado me han hecho ser como soy, ir afrontando las cosas con seguridad y calma y vivir cada momento de forma intensa.
Quería que este post fuera espectacular; porque 3 años dan para mucho y porque tengo muchas cosas en el tintero, pero como todo en la vida y más en esto de la maternidad, saldrá lo que salga. De forma natural. 😉
He intentado buscar una o dos palabras (por no decir cuatro) que definieran mis 3 años de maternidad.
«Lo sé, son algo más de 3 años, pero no me importa decir que junto con este blog empezó otra parte de mi maternidad, ya que, si me seguís desde entonces, sabréis que escribir y compartir vivencias con nadie y a la vez con todo el mundo me ayudó muchísimo. Así que puedo decir que mañana, hace 3 años, me convertí en bimadre.»
Tal vez, si bien limitar la maternidad a una palabra es casi imposible, unas palabras que la describirían muy bien, en nuestro caso, sería «de forma natural»; que todo al final surge, sucede y resulta como tiene que ser. Dos ejemplos cercanos que me han traído varios quebraderos de cabeza pero que al final, han surgido de una forma natural y sencilla; dormir en su cama o dejar de cogerla tanto a aupis. Que nos ha costado que surja, claro que sí, pero que al final ha sido más sencillo de lo que parecía, tan bien. Un consejo: paciencia.
Todo llega y todo se resuelve, solo hay que tener paciencia y saber entender que todo lleva su tiempo/ritmo. La vida, la evolución de los sentimientos, de las situaciones, de las nubes negras y el que nuestrxs hijxs duerman en su cama, dejen el chupete, el pañal de la noche o que entiendan que tanto a aupis no se puede ir, lleva su tiempo; a veces más, a veces menos, pero termina por «solucionarse». Al igual que en la operación destete, yo empecé la operación «cada una en su cama», porque yo quería dormir sola. Necesitaba dormir sola. Mirad que lo de la teta lo veía complicado y después de 6 meses aún tenía mis dudas, pero el tema de que ella durmiera en su cama lo veía mucho más difícil. Habíamos disfrutado del colecho tanto, que ahora que yo sentía la necesidad de dormir sola, me sentía hasta mal. Pero la necesidad de dormir del tirón y descansar, primó sobre el sentimiento de malestar que sentía y le planteé a través de un cuento y un personaje, Lila Planetario, que mamá ya quería dormir sola y que ella tenía una preciosa cama y una súper tortuga venida del espacio para ayudarla a dormir en su cuarto. Funcionó dos días y volvimos a dormir como langostas apegoteadas en mi cama otra vez durante semanas. La persistencia no fue mi fuerte, pero una vez valorada la necesidad tan real que tenía yo (han sido muchos meses malos físicamente) decidí que ahora tenía que ser la definitiva. Y lo logramos, ella y yo. Porque ella tiene muchísimo mérito en todo esto. (Prometo volver a escribir pronto para contaros cómo lo hice). Como siempre, su inestimable ayuda, porque aunque no lo parezca, pero cada vez que plantamos una «revolución» los hijxs también ayudan a que todo fluya de una manera concreta; a veces más larga o complicada, de como nos lo habíamos planteado, pero no por eso peor. (¡Y a veces también el camino lo hacen mucho más fácil!).
A mis tres años puede decir, con seguridad y una sonrisa en la boca que estoy disfrutando plénamente de mi hija. Que estoy disfrutando como madre más que nunca. He pasado de estar centrada en mi cesárea, en mi mal parto y en mis temores, a olvidarme sobre lo que esa cicatriz representaba. He pasado de planificar un futuro y no ver que el presente no funciona, a disfrutar del presente.
Sé que hace tiempo que sucedió ese momento de superación respecto al parto, pero cuando mi hija me recuerda que ella salió por ahí no puedo más que sentir gozo y alegría. Y lo mejor de todo, es que lo siento como un aprendizaje bestial, que si en un futuro vuelvo a tener familia, me va a servir para saber cómo quiero y no quiero volver a sentirme. Evidentemente las cosas pasan y a veces no se puede hacer nada, pero el aprendizaje está conmigo y sé que en una situación similar tendré muchas armas para salir airosa y fuerte. Lo mismo con el postparto en cuanto a mi relación con el padre de Maite y a mis reacciones como madre con un padre: El aprendizaje ha sido tan grande que todo lo malo se ha vuelto positivo. No hay momento de amargor que no lo sienta como una herramienta más para salir fortalecida.
A mis tres años puedo decir, que nunca me he sentido tan segura. En las decisiones que tomo con Maite, aunque a ratos tenga mis dudas y en el resto de decisiones en general. Me siento segura como mujer y eso también ayuda mucho a mi faceta de madre. Sentir paz, quererse a una misma y sentir amor a tu alrededor hace que todo fluya y sea más fácil ser feliz. Eso sí, para ello, ha sido necesario superar el duelo de un mal parto y de un ex-marido, pero como todo, con el tiempo y esfuerzo se supera. Ojalá nunca tengáis que pasar por situaciones duras como a las que yo me refiero, pero si os pasa, tened por seguro que lo superaréis. Tarde o temprano, pasándolo mejor o peor, pero lo superaréis y volveréis a ser felices; volveréis a tener ilusión por la vida, las cosas sencillas de la vida y habréis aprendido a quereros más y a relativizar todo. Porque aunque no lo parezca cuando lo estamos viviendo, todo es relativo. Todo es más sencillo de lo que parece.
Estoy en el mejor momento de mi vida. Y no lo cambiaría por nada del mundo. Disfruto viendo el mismo trozo de peli durante 3 noches seguidas, haciendo volteretas en la cama y viendo yo sola la tele con una copa de vino. Siendo Maite mi compañera del cuenco de palomitas o de mis noches de pizza. Disfruto conduciendo (¡quién me lo iba a decir!), trabajando en mi nuevo puesto (¡¡por fin sé lo que es la conciliación laboral!!) y echando de menos a mi Txikitina. Eso de darle la vuelta a la tortilla, casi siempre lo llevo muy bien.
Puede que hasta aquí os parezca que haya endulzado la historia, pero no es así. Mis ratos malos y mis lloreras no me las quita nada, como mis ganas de volver a tener hijos cuando veo a una embarazada. Pero he aprendido a vivir con ello. ¿Indiferencia, diréis algunos? Pues tal vez, pero yo me lo tomo como una capacidad humana para seguir adelante, seguir con nuestras vidas y poder seguir siendo felices. Una capacidad que aunque a veces pueda resultar triste (Podéis pensar; se ha acostumbrado a no estar todos los días con su hija – yo lo he pensado-) lo veo como algo necesario, porque sino, no viviría; deambularía por esta vida. ¡Y yo, quiero vivir, porque la vida son dos días y hay que vivirlos como cuatro!
Ser madre y ser mujer. A mi no me ha tocado más remedio que tener días a la semana con tiempo de sobra para mi, pero es algo que todos necesitamos; madres y padres. Si no tenéis ratos para vosotrxs, sacadlos ya. Es imprescindible para vuestro buen funcionamiento.
Hace unos meses una persona a la que quiero mucho me dijo: «Cuídate, estáte tú bien y así podrás cuidar de tu hija. Si tú no estás bien no podrás hacerlo.» Y aunque es una frase común, me caló hondo. A veces se nos olvida, pero si nosotrxs no estamos bien difícilmente conseguiremos que nuestrxs hijxs también lo estén. Lxs hijxs son como esponjas en el aprendizaje, pero también lo son a la hora de captar las emociones. Si nuestras vibraciones son negativas se darán cuenta, si son positivas también. Es imprescindible transmitir sensaciones buenas todo los días. Buenas o algo menos buenas, pero no negativas. Y ese esfuerzo está en cada uno de nosotrxs. Y creedme, aunque cueste, vale muchísimo la pena. Esforzaros, lo agracederéis vosotrxs y vuestrxs hijxs.
A mis tres años de ser madre,
a mis tres años de abrir este diario sanador,
a mis tres años de haberme equivocado cientos de veces,
a mis tres años de amar sin límites,
a mis tres años de llorar a lágrima viva,
a mis tres años de reír hasta mearme,
a mis tres años de ser mejor profesional,
a mis tres años de ser una mujer segura y fuerte,
a mis tres años de saber lo que es amor verdadero,
a mis tres años de La Mamá de Maite….
No me queda más que dar las gracias, a ti en especial cariño mío, por estos 3 años de aprendizaje continuo. Por nuestros tres años. Por nuestros momentos de amor verdadero.
Maite zaitut Txikitina!!
2 Comentarios
Miren
Este hermoso post denota una salud mental y una madurez excepcionales. Maite tiene suerte.
Un abrazo
Naiara Olague
Muchísimas gracias Miren. Y yo de tener a Maite! Un abrazo!