Cosas que me gustan Día a día

Reflexiones sobre el querer

te quieroNo es la primera vez que me oiréis hablar de sentimientos ni la última. Intento que Maite se exprese, que sepa poner palabras a lo que siente, piensa o desea. Y no es tarea fácil.

Primero, porque yo estoy aprendiendo también: no ha expresar, por suerte o por desgracia ya lo hago, sino a poner nombres correctos a cada pensamiento y sentimiento. ¿Cuántas veces metemos en el mismo saco sensaciones y sentires que no lo son?

Total, que es capaz de decirme si se aburre, se lo ha pasado genial o si me quiere. Sí, es maravilloso (aunque a veces triste también) oírle decir que me quiere o que se queda muy triste cuando la dejo en la guarde y se queda sola. (Intento hacerle ver que quedarse sola no es quedarse en la guarde; donde está con más de 30 amigos y amigas y dos profesoras.)

Y sobre el querer toca centrarse.

Me pasa que puedo decir te quiero a mi hija mil millones de veces (aunque no lo haga todas esas veces) y a otras personas, aunque lo sienta, no puedo hacerlo. Y todavía no he encontrado la razón. ¿Será por el tipo de amor? ¿Por el receptor/a de ese sentimiento?

Y no me pregunto si a ella le pasará igual porque es toda pureza y todavía no tiene «la contaminación» que pueda tener yo; de si querer sin límite es bueno, de las posibles reacciones, de mis propios miedos…. Pero ¿De verdad sentirá lo que dice? ¿Tendrá esa conexión que siento yo al sentir y al callar entre cabeza y corazón? Y hablo sin leer y sin saber, pero con el conocimiento de la que siente. 

¿Cuándo me dice cosas bonitas y me besa, lo hace sabiendo que une palabras a una acción que perfectamente pueden ir de la mano? ¿Lo hace por observación & repetición?

¡Cuánto me gustaría saber lo que pasa por su cabecita y sentir lo que sienta con tanta pureza!

Al final, la conclusión es clara: lo haga por lo que lo haga ella, calle por lo que calle yo, lo maravilloso es que ambas sentimos; que ambas somos capaces se disfrutar por cada poro de nuestra piel de esta vida que es maravillosa; de cada rayo de luz, de cada aleteo de picaraza, de cada tono de voz elevado, de cada risa sonora, de ese abrazo cálido y esa lágrima, de la ausencia y la presencia.

Querer, amar, diariamente aunque no usemos estas palabras para ello.

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