Después de que me quitasen las grapas de la cesárea, ¡ni más ni menos que 20! empecé a echarme aceite de rosa mosqueta en la cicatriz. Hasta entonces sólo me lavaba con agua y jabón. Atención, no es bueno limpiarse con yodo (betadine), ya que al igual que en el embarazo, no se sabe cuánta cantidad traspasa la piel y puede ser perjudicial para el feto o bebé. Así que con agua y jabón es suficiente.

También comentaros que el aceite de rosa mosqueta es muy bueno para el masaje perineal del que os hablaré otro día.

Pero un día que acudí a un taller de lactancia impartido por Amagintza, una de las mamás que estaba ayudando en el taller me comentó que también le habían hecho cesárea (al igual que cuando estamos embarazadas las mamás de cesárea tenemos una conexión especial) y que le habían recomendado una crema verde de herboristería, crema de San Juan que se llama. (La que os he puesto en la foto.)

Por si os interesa la compré en una herboristería de la Plaza San Francisco; mirando la Biblioteca de frente, queda a mano izquierda. El bote grande me costó 12 euros.

Realmente no está indicada para cicatrices de cesárea, sino que es buena para «heridas» que tengan que cicatrizar o zonas inflamadas. Está compuesta por 32 plantas cicatrizantes, antiinflamatorias y antisépticas. Los primeros días noté una gran mejoría.

Yo ahora me alterno el aceite y la crema y así me doy las dos cosas, una a la mañana y la otra para ir a dormir.
Una cosa importante para las cicatrices es que no es bueno que le den el sol, sobre todo el primer año, así que ahora que se acerca el buen tiempo deberemos tener especial cuidado.