Tras la separación

Las madrastras son buenas

He decidido empezar fuerte el 2020 y escribir en el blog, y además, hacerlo con una frase tan contundente como la de «Las madrastras son buenas». Podía haber puesto «pueden», porque como todo en la viña del señor, no es blanco ni negro; hay gente buena y mala, y las madrastras también. Pero he querido desmitificar el mito y lanzarme a la piscina. Hay muchas madrastras malas, pero también hay madres malas y padres malos. No es cuestión de la etiqueta, sino de la persona.

Yo soy una madrastra buena y también conozco madrastras malas, además de la del cuento.

¿Qué hacer con una madrastra mala?

Casi lo mismo que con una madrastra buena, porque esa etiqueta en la madre causa dolor (por lo menos al principio).

Ser madrastra es difícil (sobre todo si eres de las buenas) porque pasar tiempo con hijxs de otra madre, por mucho que hagas todo bien, siempre escuece y a ambas partes.

No pasar tiempo con tus hijos duele mucho, hayan pasado 5 años del divorcio o 23. No estar con tus hijxs cuando puedes, es doloroso, porque tu quieres estar y «no te dejan».

Así que cuando yo actúo desde mi postura de madrastra, intento hacerlo con respeto, cariño y mucho cuidado. El mismo que me gustaría que tuvieran con mi hija, aunque sé que es algo que no puedo controlar.

Saber que tus hijxs (y no hablo por la mía) hacen cosas que no compartes, les dicen cosas que tu no dirías o actúan de manera que tú nunca harías, es muy difícil. Y eso siempre pasa, porque tus hijxs están en otra familia y sí o sí, la vida que lleva es diferente a la tuya: otras costumbres, otros horarios, incluso otra cultura.
Es difícil escuchar y no decir nada desde la rabia, la tristeza o la frustración. Porque hablar de esa manera, desde el estómago, es lo más fácil que hay. Lo difícil, ya lo sabemos, es respirar y hablar desde el cariño y el respeto hacia la otra parte (que al fin y al cabo, es la otra familia).

Yo soy de la opinión, que si nuestro hijx nos cuenta algo de la otra parte que no compartimos, es importante mostrarle nuestro desacuerdo y/o nuestro punto de vista, pero siempre respetando. Me parece la palabra más importante del mundo mundial y soy muy pesada con ello; pero creo que si mi hija empieza a entender la importancia del respeto hacia los otros y hacia ella misma, todo le irá mucho mejor en la vida.

En el último artículo que escribí entorno al tema del divorcio, ya os daba muchos consejos ante una mala relación con la otra parte (bien sea el padre o la madre). Creo que es un artículo muy útil y que me quedó muy bien, así que te invito a que lo leas por si quieres sacar algunos consejos más. 

Respeto. Hacia la otra parte, hacia ti (que si no te gusta lo que oyes y no lo quieres para tu hijx es importante que lo digas) y respeto también para tu hijx. Porque hay que tener en cuenta, que lo que vive en la otra familia es igual de importante que lo que vive contigo, porque ambos sois los progenitores; el padre y la madre, la madre y el padre, las dos figuras más importantes de la vida. Y lo seréis para toda la vida.

Y lo último, siempre, siempre, siempre creed a vuestrx hijxs, diga lo que os diga. Después, en la intimidad ya lo analizaréis y valoraréis si todo lo que os ha contado es real o no.

Madre y madrastra a la vez

En esta historia de ser madre y madrastra a la vez es muy difícil lidiar con el sentimiento de lo que no quieres par tu hija, y sí quieres para tu hijastra; aunque a veces sean las mismas cosas.

Una bipolaridad que no es sana para uno mismo, pero que es inevitable. A efectos del corazón, no es lo mismo que tu hija esté con el pelo mojado, a que tu hijastra lo tenga porque no se lo has secado (por poneros un ejemplo sencillo).
Parece una tontería, sí, pero no se vive igual. La primera situación, la de tu hija, la puedes vivir como «¡Madre mía… ¿Cómo la puede tener así con el frío que hace?» y la segunda situación la vives así «bueno, lo tiene un poco húmedo, pero se le secará enseguida». Y está claro que ambas situaciones son las mismas y habría que vivirlas de igual manera. Vuelve a ser una situación difícil, pero factible de superar y actuar igual.

Las madrastras también están aprendiendo, de igual manera que lo hacen los hijastrxs. Es un proceso de aprendizaje individual y conjunto. Hay que tener paciencia. 

Familias reconstituidas

Las familias reconstituidas, así se las llama a las familias en las que cada progenitor aporta un hijx o más de uno y crean una nueva familia, no son familias al uso. Están compuestas, a ojos de la gente externa y de los propios hijxs, de un padrastro y una madrastra (o dos padrastros y dos madrastras) además del resto de hijxs-hermanxs-hermanastrxs. Para las propias familias, sin embargo, sí son familias «normales», pero el trabajo que hay que hacer es el doble que en una familia con hijxs de los mismos padres/madres.

Es muy difícil actuar de manera igual con ambos hijxs, y ahora hablo desde mis experiencia. A medida que va pasando el tiempo, y siempre que se hagan bien las cosas, los lazos se estrechan, pero durante todo el camino es muy complicado actuar desde el mismo prisma. Yo no actúo igual con mi hija que con la de mi pareja, por mucho que lo intente, pero no puedo. Y no digo que lo haga mal con la que no es mi hija biológica, sino justo al contrarío. Tienes la capacidad de hacer las cosas mucho mejor porque lo ves desde un paso atrás, desde una posición no tan vinculada a lo emocional. Y esto, que aparentemente es positivo, hace en la otra parte (en este caso padre o a la inversa, en mi caso, madre) que no se viva como algo normal. «No tratas a mi hija igual que la tuya».

Y trabajar toda esa parte es un camino muy complicado. Quieres hacerlo bien con tu hijastra y a la vez que tu pareja lo entienda bien (y no piense por ejemplo, que estás siendo más dura que con tu propia hija – y así miles de ejemplos-) y además lidiar con esa etiqueta de «tu no eres mi madre, no me mandas». Y con tu propio sentimiento de: «tienes toda la razón, no soy tu madre y no quiero serlo, solo quiero enseñarte» Así que el popurrí de sentimientos, emociones y situaciones que se dan en familias que buscan una nueva oportunidad son complicadas y difíciles de solventar. Eso sí, la clave está, en nuestro parecer, en tener claro que se quiere ser una familia. Si el deseo de todas las partes (sobre todo los adultos) es ese, el camino será más fácil.

Hay que tener la capacidad, de entender y saber que lo que hace tu pareja con tu hijx, es positivo y que tú realmente no tienes la capacidad de hacerlo porque tienes una vinculación-relación emocional tan afectiva que dista mucho de lo racional. Cuando se llega al punto de ver esa parte, las relaciones padrastro/madrastra/hijxs funcionan a la maravilla, porque tienes al lado a una persona que te quiere y que lo único que quiere es hacer lo mejor para ti  y para tu hijx y además desde una postura alejada, que le permite hacerlo.

Llegar a ese punto es la meta de cualquier familia reconstituida, y la meta está a años vista.

Compensar

Los padres/madres divorciados pecamos de compensar en exceso: porque no estoy contigo, porque mira lo que te dice tu padre/madre, porque menuda situación tan mala que está viviendo la pobre…. etc, etc. Y al final, lo de compensar en exceso (con planes fuera de lugar, compras que no vienen a cuenta, dulces o situaciones que no apetecen) es mucho peor que todo lo que haya podido pasar. Y lo mismo pasa con las madrastras, que intentan compensar el no ser madres, y eso, está claro, no ayuda a largo plazo. 

Pero de esto de compensar en exceso, hablaremos en otro post, seguro.

Y todo eso os cuento; si ser madre es difícil, ser madrastra buena mucho más.

¿Vives una situación parecida? ¡Cuéntame!

P.D.: Por cierto, ¿Alguien más que aborrezca estas palabras? Suenan tan mal…. ¡Hay que conseguir que no suenen así!

foto: Photo by Jessica Rockowitz on Unsplash

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