Portada del libro: Cesárea, más allá de la herida

Si en uno de los últimos post os hablaba de las posibles secuelas físicas que se te pueden quedar tras el parto, hoy quería comentaros algunas ideas sobre las secuelas emocionales.

Puede que seas consciente de las secuelas que te ha dejado el parto, tanto si ha sido vaginal como cesárea, desde el primer momento, pero puede que no. O puede, que pienses que ya las has superado, o puede también, que no tuvieras ninguna; ni física ni emocional.

Seguro que si has tenido una cesárea has indagado mucho en internet y puede que te hayas topado con el término «herida emocional». De ello habla, Ibone Olza en el libro que ya os recomendé «¿nacer por cesárea?» y en este post, entre otros muchos.

Si has tenido un parto vaginal, si ha sido instrumentalizado, (forceps, ventosa) o irrespetuoso, contigo o con el bebé seguro que te sientes mal, triste o con ganas de cambiar las cosas.

Evidentemente, yo que tengo una cesárea, os puedo hablar más de mi caso, pero no por ello creo que sea peor que un parto vaginal instrumentalizado o irrespetuoso. Y como siempre en esta vida, depende mucho de como seas.

Yo por lo visto, soy de esas personas que les marca todo mucho y que tras 14 meses aún llora cuando recuerda la cesárea. O más que la cesárea, cuando recuerdo que la primera hora y media de vida de un bebé es la más importante y yo no estaba con ella; cuando Maite lloraba y estaba en su nido y yo no me podía levantar a cogerla; cuando en la sala de despertar no hacia más que pensar en beber agua y dormir…. Sí, todavía hoy me siento culpable y triste. Y por lo visto me debería sentir agradecida.
Agradecida porque me pudieron hacer una cesárea y las dos estamos sanas y salvas.
Pues no me da la gana. No quiero sentirme agradecida. Por supuesto, que las cosas podían haber ido peor, por supuesto que sí, y me alegro que de que hayan ido bien, pero también habían podido ir mejor.

Mi padre/madre que me lo dicen, no creen que mi cesarea fuera innecesarea y yo, no lo sé tan seguro, pero y si supieran, que ¿el 70% de los partos inducidos terminan en cesaréa? ¿Que la tasa de cesáreas en España supera con creces las aconsejadas por la OMS?

Entiendo su postura porque quieren que pase página y deje de sufrir por una cosa que ya no tiene remedio, pero me cuesta. Evidentemente, me siento bien conmigo misma si me comparas como estaba en el hospital o en el centro de salud quitandome las grapas o incluso en verano, después de 7 meses, pero que todavía lo tengo muy presente, es verdad. Y la cicatriz me lo recuerda todos los días.

No sólo la cicatriz me recuerda lo vivido, las nuevas estrías o la nueva forma de mis pechos me recuerdan que soy madre, pero es sólo la cicatriz grande y marcada la que me recuerda todos los días que Maite nació por mi tripa y no por la vagina; que estaba sola y yo no podía andar, que ocurrió todo lo que no estaba en mi mente, que lo lleve mal… Mis otras marcas de guerra también me traen muchos recuerdos, pero no me hacen sentirme triste, ni mala madre, ni poco mujer… Aunque sí, como todo en esta vida, el tiempo cura todo o casi todo, o ayuda a llevarlo mejor y esas marcas, son ahora más que nada, mi pintura de guerra para luchar, atender a otras madres y trabajar para que la cosa cambie.

Así que ahora, pese a que todavía 14 meses después llore al recordar esos momentos, también me siento bien, por el camino que he seguido, de rabia convertida en lucha y en ayuda a otras madres.

Imagen de la portada del libro, «Cesárea, más allá de la herida». Vía El Parto es Nuestro