Crianza Día a día

Sobre el tiempo que pasamos con nuestros hijos

Madre e hija

Desde que me divorcié, o mejor dicho desde que pasamos a estar de forma separada con nuestra hija, que eso pasó mucho antes que el divorcio, no hago mas que pensar en el tiempo; en el tiempo que paso con mi hija y la calidad de éste.

Recuerdo que cuando Carlos Gonzalez estuvo en Pamplona allá por septiembre de 2013 y fui con Maite a su charla, que txikitica era, habló sobre la importancia de pasar tiempo con nuestrxs hijxs y dijo algo que me sorprendió; que era más importante la cantidad frente a la calidad. Recuerdo que se oyó el susurro de «calidad», antes de que él dijera nada.

Y ahora que hay días que paso raticos; 2 horas a la mañana, hora y media a la tarde (por suerte para mi son los días que menos) me pregunto si estos ratos se pueden considerar ratos buenos; ratos de tiempo y tiempo de calidad. Muchos días me planteo que si voy a estar con la cría solo una hora, porque es la tarde del padre, si merece la pena estar con ella o no. Y que no se me entienda mal; estar con ella y que ella esté conmigo siempre merece la pena, pero no sé si el «mareo» o «confusión» que le puedo crear a ella va a ser más perjudicial que el beneficio de estar una hora juntas.
Sin duda, esa hora será como si fueran 3, y no porque hagamos mil cosas (no soy muy dada a ir de un lado para otro con la cría, bastante lo soy en mi vida «de naiara olague») pero sí que lo aprovechamos mucho, riendo, contándole cosas o con cositas simples. ¿Pero es realmente bueno?

El otro día al cogerla para una hora y media y volverla a llevar a casa de mi suegra para que estuviera con su padre, Maite que habla todo y no se le escapa una, me dijo: ¿Otra vez? Claro, ella ya había puesto el chip de que se iba con mamá, como lo suele hacer siempre y de repente se le rompieron los esquemas. Le expliqué la diferencia a otros días y pareció que la aceptaba bien. ¿Pero es así realmente?

Y al hilo del tiempo que paso con ella, me he dado cuenta también que desde que estoy divorciada, pienso en mi «beneficio». Antes lo que prevalecia era su beneficio, lo mejor para ella (como nos pasa a todos los padres/madres) y aunque ahora sigue siendo igual, hay días que mi bienestar coge más relevancia. Y si verla hoy un mini rato me va ayudar a afrontar el resto del día con más alegría, pues pienso en mi. Es curioso porque antes de esta situación nunca lo había hecho y muchas veces me extraña.

Uno de los beneficios de esta situación es el tiempo que tengo para mi. El tiempo para mis cosas, y no las cosas de madre, sino mis cosas. Y la verdad es que es bonito. Al principio es muy muy duro, terrorífico más bien, pero después, sabiendo que no te queda otra que aceptarlo, es darle la vuelta e intentar hacer cosas para ti. Tengo ratos de lectura, paseo, risas con amig@s, series, compras, trabajo…. y aunque hay días que se hacen cuesta arriba, siempre me consuelo pensando que aunque mi hija no está conmigo, está con la mejor persona que puede estar, que es su padre. ¿Paradójico, verdad? pero es un alivio pensarlo. Porque cuando eres consciente de alma y el corazón quiere llorar, tomas aire y respiras tranquila, porque además de ti, con la mejor persona que puede estar es con su padre. Y sabes que disfruta mil con él, por supuesto que sí.

Todos los divorcios son duros; los divorcios a buenas son difíciles, pero es que los divorcios a malas son terribles. Por suerte el nuestro es de los buenos.

P.D. : Y mañana este blog cumple 2 años. ¡Dos añazos ya! Mañana será día de autofelicitaciones.  🙂

 

 

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