Planes de Finde

Un plan lleno de ilusión: Bilbao y la casa del Olentzero

Izenaduba Basoa

La casa de Olentzero y Mari Domingi

 

Estrenando mes de diciembre no podía ser de otra manera, que escribiendo sobre un plan navideño. Me encanta la navidad, las comilonas, las reuniones en familia (aunque durante el año no haya casi), los adornos… pero sobre todo la ilusión. La ilusión de adultos y pequeños. ¡A mi me hace ilusión salir a ver al Olentzero y vestirme de casera! Y ya con las peques, ni os cuento.

Todas las edades son bonitas, recuerdo que cuando mi txikitina era más bebé me parecía la mejor época del mundo comparando cuando tenía solo unos mesicos. Después, a medida que fue cumpliendo algún año volvía a decir que era la mejor época porque ya se movía sola y hablaba como las cotorras. Y ahora, que tiene casi 6, me parece que es de las mejores épocas. Así que concluyo que todas las etapas son súper bonitas y que cada una tiene sus momentos especiales. ¿No os parece? Esta etapa de la pre-adolescencia (a veces lo pienso de verdad) me encanta, porque puedes tratarlas casi como si fueran adultas, en cuanto a responsabilidad, que puedes mantener largas conversaciones, etc. Y a la vez, disfrutar de esos momentos de niñas pequeñas. Y la ilusión por las cosas es una de esas características que me encanta. La ilusión por hacer algo nuevo, por un mini detalle que les compro de sorpresa, por una noche de bailes en el salón de casa, una cena especial o un juego en familia. Y sobre todo, la ilusión por la Navidad. Aunque para ellas todavía la navidad solo sea meterse tarde a la cama, tener fiesta en la Ikastola y disfrutar de regalos.

Así que para calentar motores, decidimos ir a la Casa del Olentzero en Mungia. Realmente el sitio se llama Izenaduba Basoa, pero todo el mundo lo conoce porque es la casa del Olentzero, el de verdad. El único handicap que teníamos al plan, era que desde Pamplona hasta Mungia hay dos horas en coche y nos parecía bastante paliza ir y volver en el día. Así que aprovechando que el día 29 de Noviembre es San Saturnino en Pamplona, festivo, y que por tanto, el Baserri del Olentzero no estaría muy masificado (hay que comprar entradas previamente y la verdad es que se llena en este mes y más fines de semana), nos parecía una buena ocasión para poder ir el día anterior a Bilbao y disfrutar de unas mini-mini-vacaciones. (Otra opción, además de pasar la noche en Bilbao, podría ser Vitoria, que está a medio camino entre Pamplona y Mungia.)

Así que salimos el miércoles después de clase rumbo a Bilbo, con mochilas de juguetes y cuadernos preparados para que el camino de hora y cuarenta no se les hiciera muy pesado. Ni a ellas ni a nosotros. (¡Que por cierto, conduje yo! Si me sigues desde el principio, sabrás porque te lo cuento) Fue un camino muy fácil, ya que fueron entretenidas e ilusionadas por el viaje. Nos alojamos en el Centro de Bilbo, cerca del Teatro Arriaga y cerca del Parking del Arenal, en el Hotel Petit Palace Arana. El hotel es un edificio del siglo XIX. Es cómodo para ir en familia, sobre todo por su ubicación. Nada más llegar, a callejear como verdaderos turistas. ¡Hasta entramos a tiendas de souvenirs! Fue muy divertido, sobre todo para las niñas, que tenían 1,50€ y buscaban un gran tesoro. Al final, tuvimos que duplicar esa paga para que pudieran comprarse un llavero de Puppy. ¡Qué caro son los souvernis, por cierto! Y después, a seguir paseando por las calles de la parte vieja. Para mi Bilbao es una ciudad muy especial porque pasé mis años de Universidad allí ¡Y seguro que pensáis como yo, que son los mejores años de la época de estudiante!
Cenamos, soplamos velas (ya os conté que el Lizorrague mayor cumplía años) y nos fuimos corriendo al parque infantil que ya habíamos fichado en frente del Teatro Arriaga. ¡Las niñas alucinaban! Disfrutamos muchísimo escalando y sacándonos fotos divertidas en las letras gigantes de Areatza (Arenal en euskera) y en el parque, porque no era el típico. Bastó para que las niñas decidieran que querían vivir ahí antes que en Pamplona.

Arenal Bilbao

Parque del Arenal ¡Súper bonito con las luces navideñas!

 

Y a la mañana siguiente, planes sencillos pero llenos de ilusión y ojos brillantes. Aprovechando lo madrugadoras que son, a las 9 ya estábamos desayunando y yendo al Mercado de la Ribera; olor a pescado, cabezas de Cerdo y trozos de carne gigantes colgados de ganchos (¡cómo les impresionó!) La vista nos encantó a todos. Después compramos tickets para el tranvía y parecía que íbamos al espacio. ¡Qué emoción, qué locura! El viaje más emocionante de todos los que yo hecho nunca, desde el Teatro Arriaga hasta el Euskalduna. Aprovechando que no llovía (aunque el viento era fuerte) paseamos por la Ría (qué bonita es toda esa zona) hasta el Guggenheim. Al lado del Guggenheim hay un parque muy chulo para escalar, que os lo recomiendo. ¡Animada por las crías, hasta me subí a una zona alta!

Súper parque

 

Y después, subida a ver a Puppy. No podía faltar. Impresiona, aunque dependiendo de la época, si las flores que tiene son más coloridas, luce más. Paseo por el Parque los Patos (Doña Casilda) y comilona en Don Ángelo. Lo elegimos por las recomendaciones positivas que tenía y por el menú de entre semana. La verdad que el sitio no invita a entrar (está al lado de Bershka, el que es un Teatro) pero se come muy bien por un precio razonable.

Detalles de nuestra mañana en Bilbo

Y como postre, coche y caminito a Mungia. En 15 minutos ya estábamos en el Baserri del Olentzero, el tiempo justo para repasar la carta con los regalos y ponernos nerviosas por la ilusión (Yo también me incluyo). Al ser día entre semana, las visitas eran solo a la tarde. Cogimos el primer turno, el de las 16:00, para así poder llegar a una hora prudencial a Pamplona. La visita son unas dos horas y la verdad es que merece la pena.

Olentzero y Galtzagorri

Gorka atento a lo que contaba Olentzero. Detalle de cesta con biberones y chupetes

 

Accedes y tras una breve explicación en euskera (toda la visita es en euskera, aunque hacen alguna traducción por si hay algún niñx que no sabe) empiezas el recorrido. Se va en grupo. Nosotros, en total, creo que éramos unos 15, así que fue ideal, porque todxs lxs niñxs pudieron participar. Tras la primera adivinanza, llegamos a Jakintsu, un sabio que nos contó quién era, cuál era su color favorito y que lo teníamos que encontrar. En su caso, había letras esparcidas por la huerta que tenía a su alrededor. Después, otra adivinanza hasta llegar a Galtzagorri (ayudante de Olentzero) y en este ocasión también, la misma estructura: mini historia y juego para encontrar el color de Galtzagorri. El tercer personaje era Lamia, una sirena. La chica que interpretaba lo hacía realmente bien, fue el personaje que más nos gustó (aunque su disfraz era bastante mejorable). Nos llevó también a conocer a Napo, el burro que acompaña a Olentzero en el reparto de regalos. Y antes de entrar al caserío del Olentzero, otros dos personajes: Basajaun (el hombre de los bosques) con el mismo sistema de juego en un laberinto y Anbotoko Mari, Diosa Vasca. Con una última pista, directas a la casa del Olentzero. El caserío es realmente bonito y el interior también, donde nos esperaba Mari Domingi, compañera de Olentzero. Todxs lxs niñxs se sentaron al rededor del fuego y escuchaban atentos toda lo que Mari Domingi les contaba: que ellos vivían en ese Baserri, el más antiguo de Bizkaia, que allí no había ni móviles ni Internet (que pasábamos demasiado tiempo mirando pantallas y que no lo entendía) que nada de llegar a casa y dejar las cosas tiradas, que había que ayudar en las tareas de casa (que no solo era cosa de las mujeres las labores del hogar) y que le habían robado la sopa que estaba cocinando y solo le habían dejado unas letras. Y antes de ir a buscar a Olentzero, todos, padres, madres y niñxs bailamos y cantamos. ¡Fue muy divertido! Además que se notaba que ya faltaba poco para ver al Olentzero, y estaban todxs, pero sobre todo las nuestras que eran las más pequeñas, emocionadísimas. Y fuimos a buscar a Olentzero hacia el piso de arriba. Salió otro Galtzagorri a nuestro encuentro y nos llevó a la zona buhardilla de la casa, donde con una capa de pelo sobre la espalda, la cara manchada por el carbón, lleno de regalos y sacos con cartas y chupetes regalados, estaba sentado Olentzero.  La estampa era realmente bonita. Pasamos un rato largo con él, terminando el juego de los colores (para adivinar cuál era el suyo) y hablando de cosas generales hasta que cada niñx pasó por su rodilla para decirle qué regalo había pedido y darle un beso. Aiiii, nuestras niñas estaba tan contentas… Le dieron la carta y casi ni se acordaban de lo que habían pedido. Tanto que hasta mi txitikina, días después, decía que como a Olentzero solo le había pedido una cosa, el resto de cosas de la lista (hacemos un regalo por casa) se podían retrasar para su cumpleaños. Está realmente convencida de que al no decirle los regalos de viva voz (se puso tan nerviosa…..) no se los va a traer. ¡Para morir de amor! <3

Jakintsu, pueblo de Galtzagorri y Mari

Más personajes….

Tartalo, Basajaun y Anbotoko Mari

También tuvimos momentos de babeo cuando nuestras niñas adivinaban todo

Nos llovió un poco durante la visita

 

La parte que más me gusto a mi, la del Caserío. 

Ya en el caserío con Mari Domingi

La visita termina con una simulación 3D y con la entrega de unas hojas para pintar del Olentzero. Nosotros salimos encantados; una visita sencilla y sin ninguna ostentación, que agrada y gusta. A las niñas les gustó mucho. Además que creo que por la edad que tienen (casi 6 y 7) les permitió disfrutar del juego previo (buscando las letras, acertando adivinanzas) y disfrutando a tope del momento regazo con Olentzero.

¡Un plan muy recomendable para este mes de Diciembre!

Deja un comentario