Más de un día me ha pasado, que he bajado al parque de casa con Maite y me he sentido una madre gorrona.
Sí, porque normalmente bajo sin nada; apenas agua y casi mas para mi que que para Maite, y unas toallitas, nada más. Y siempre Maite quiere de todo: pelotas, galletas, triciclos, gusanitos…. Y claro, si ves que se te acerca una niña chiquitina con cara de angelito (cómo engañan las apariencias 😉 ) con movimientos de culete graciosos porque todavía lo de andar al trote lo lleva un poco regulín, pues no te puedes resisitir. Y termina con balones ajenos entre las piernas, gusanitos a dos carrillos y yo, venga dar las gracias a diestro y siniestro.
Y lo peor es que no aprendo, porque vuelvo a bajar sin nada. Pero es que en casa, pasa de juguestes, a penas les dedica 2 minutos a cada uno, no es de comer nada entre horas y menos de beber agua. Pero está claro, que a partir de hoy, que el padre también ha sufrido las vergüenzas del «gorroneo» y me ha mandado un whatsapp de auxulio «¡tenemos que bajar cosas al parque ya!» Seguro que lo hacemos.
¿A vosotras también os pasa?