Fieles a nuestra cita de outdoor del fin de semana, en esta ocasión con niñas, decidimos ir a dar un paseo por la zona de Iribas (a 35 minutos en coche desde Pamplona). Las previsiones daban lluvia por lo que aprovechando que las niñas el fin de semana durmieron del tirón y hasta casi las 8.30 (ambas dos cosas casi un milagro) nos levantamos tarde y desayunamos tranquilos. ¿Es un momento mágico, no os parece? Teniendo en cuenta el ritmo que solemos llevar entre semana…
Al salir tarde de casa, 10:30, no sabíamos la hora de regreso, así que cogimos más almuerzo de lo que solemos llevar habitualmente: agua, fuet (que les chifla), fruta y turrón Suchard como sorpresa final por si la caminata se alargaba más de lo debido. (Y ya veréis – leeréis- que no hubo caminata dura, pero sí turrón).
El plan por los Nacederos de Iribas resultó ser bastante corto, así que el plan que os voy a contar a continuación es ideal para hacer con peques (además de por su corta duración porque el camino permite tirar de silleta) o un día que lo único que os apetece es tirar un poco las piernas y respirar aire puro. El área de los Nacederos de Iribas, ofrece la posibilidad de realizar muchas caminatas; GR 12 hacia Lizarrusti (14,1 km), Lekunberri, GR 20 hacia Betelu, Etxeberri y otros caminos PR-NA y SL-NA. Nosotros apostamos todo al verde (SL-NA) y cogimos el camino hacia el Nacedero de Aitzarrateta (que menudo juego nos digo la terminación en TETA), con una duración de apenas 20 minutos de ida y otros 20 de vuelta.
El paisaje es espectacular, nada más aparcar el coche a la entrada del pueblo de Iribas (hay un sitio a la izquierda de la carretera), se ve el cresterío de las Malloas y las antenas de Aralar. Ahí mismo hay un panel informativo general con todas las rutas y un poste con varias indicaciones. Para hacer nuestro camino, tendréis que seguir el camino verde, que sale cerca de donde habréis dejado el coche, hacia la iglesia. También podéis seguir la carretera y adentraros en el pueblo y coger el camino desde ese otro punto. (Veréis un camino extenso recto, después de un paso para que no crucen los animales).
Un camino tan corto y fácil (no hay ninguna cuesta), nos permitió hablar mucho con las niñas (ayuda el que no se estén quejando de que hemos andado mucho y que servidora tenga aliento), reírnos más de lo normal, hacer tonterías, escalar por caminos adicionales y hasta volver a ser los dueños de un perro por unos metros.
Descubrimos que no somos los únicos que clavan palos en las cacas de caballo y/o vacas. A mi personalmente me parece una marranada, pero al Lizorrague mayor le hace gracia y a las niñas más. Y no sé si todos los caminantes anteriores se pusieron de acuerdo para llevarme la contraria, pero caca que encontrábamos, caca que tenía palo. Y qué queráis que os diga, las niñas muertas de la risa, corriendo porque el palo con caca les iba a pillar. Raruno, sin duda. A mi me lo parece, pero muy divertido.
Había muchos árboles con líquenes en el tronco, lo que hacían figuras raras y bonitas que nos dio juego para describir qué veía cada uno. Después de unos 25 minutos, a paso tortuga, nos encontramos con otro poste con información. Aitzarrateta lo marca a 15 minutos, 1 kilómetro de distancia.
Este último kilómetro lo haréis con el río a la izquierda; habrá momentos que podréis ver el río más claramente, bajar a él, ver piedras cubiertas de musgo… ¡Una maravilla! Enseguida llegaréis al nacedero; antes habréis visto una pared de piedra blanca y negra (que hace los efectos de un cuadro) y si os acordáis de las nociones de Geografía del cole, podréis decirles a los peques, que el nacedero está cerca. Es pequeño y bonito y está todo habilitado, con unas barandillas.
Durante el camino encontraréis marcas blancas, rojas, amarillas y verdes. Nos despisto eso un poco, porque en teoría el camino era verde y blanco, pero no hay pérdida.
La vuelta, como no estaban nada cansadas fue un momentazo de confesiones. Creo que tenemos una buena relación con las niñas como para que nos cuenten todas las cosas que hacen y viven en la Ikastola, pero muchas cosas se nos escapan y sobre todo si son las «trastadas». Así que desde hace tiempo, Gorka les cuenta que tiene un agujero secreto en sus clases y que le permite ver qué hacen, cómo se portan, etc. (tanto cosas positivas como negativas). La verdad que el truco del agujero funciona, porque es fácil adivinar el comportamiento de ellas a nivel general, y con decirles algo, normalmente ya empiezan a soltar la lengua. ¡Nos enteramos de muchísimas cosas! Algunas muy divertidas y otras no tanto, pero que nos sirvió para fortalecer esa relación de confianza. Aunque algún «eso no se hace» también salió por mi boca.
Al final del camino, un perrito pequeño y de color marrón nos hizo compañía. Y nos acompañó, pese a desviarnos del camino (decidimos escalar por una ladera) hasta la entrada del pueblo. Mientras, nos dio tiempo a barajar varios nombres: Café, Chocolate (nombres lógicos por el color y que salieron de nuestra boca) y nombres más divertidos, como June y finalmente Ander (porque le vimos el pitito) por parte de las niñas. Así que en la subida a Ireber, fue Ikatz y en Iribas, Ander.
Nosotros comimos en casa, nos quedaba trabajo pendiente de la decoración Navideña en Lizorrague Village, pero si decidís quedaros a comer fuera, os recomendaría ir a a la Venta de Mugiro. Se come rico y casero: tortilla de patata, pimientos, jamón, carne de hamburguesa, etc. Además de que el rincón con la chimenea es muy bonito. (Es la zona del bar, no del restaurante).
Y para acabar el plan de fin de semana de esta semana, ya que es corto, os voy hacer una confesión: lo que menos me gusta de ir al monte es que no me ducho al salir de casa y siempre llevo unos pelos de loca…. ¡Véase foto!