Día a día

Vete

mamá enfadada

Que tu hija, aún siendo una pequeñaja, hable, es una ventaja, siempre, aunque a veces no lo tenga tan claro. Maite habla y habla mucho. Se entera de todo y es un lorito. Ella mismo me lo recuerda, «Lorito» dice sonriente, cuando yo lo relato a otras madres. La verdad es que es monísima y es un placer y una satisfacción poder preguntarle qué quiere para cenar o que te cuente que ha hecho a la mañana con la abuela. Pero también tiene sus inconvenientes y es que expresa todo lo que siente. Ahora le ha dado por decir VETE. «Ama, vete» «Aita, vete» «Abuela, vete» ,«Amatxi, vete» y lo peor es que lo dice cuando quiere que le dejemos hacer algo que no le dejamos o «le estamos molestando» con algo que no le apetece. Vamos, que la frase la usa con coherencia. ¡Y a veces qué mal sabe!

Ayer, por ejemplo, por una cabezonería de esas que les entra a los peques, y que por mucho que le intentes explicar de mil maneras que la forma que dice la mamá es la mejor (y no porque sea la madre, que también) no quiera entrar en razón.
Y me dijo «Ama, vete», tres veces. Y me fui, claro que me fui. Desde el pasillo y con el reflejo de la puerta le vigilaba, pero ahí estaba la tía, venga llorar y gritar, vete, vete, vete…hasta que vio que de verdad me había ido y no volvía y empezó a suplicar: «amaaaaa, ven» «ven, ven, ven» «mamita, veennnn» (Lo de Mamita lo usa para hacerme la pelota.) Y aparecí, pero las ganas de decirle, «Maite, vete, ahora vete tú» eran mil.

¡Cuánto amor nos proporcionan, pero a veces también cuanto mal genio! 😉

la foto está cogida de aquí

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