Tras la separación

De culpa y felicidad plena

chica con globos

Si hasta ahora hablaba de mis experiencias como madre primeriza, con un primer parto por cesárea traumático, ahora tengo que añadirme una etiqueta más: madre joven divorciada.

¡Qué mania tenemos en esta sociedad de etiquetar todo! Y yo la primera.

Pero más allá de eso, sentada y escuchando a Vetusta Morla a todo volumen, reflexiono sobre tener la culpa y la felicidad, la felicidad plena. Esa que te llena la boca y deseas gritarla a los cuatro vientos.

Cuando somos madres (y padres) tendemos mucho a pensar que si nuestro hijx hace una cosa u otra es por nuestra culpa. Y muchas veces sí. Pero otras muchas por simple repetición. O porque sí. Yo muchas veces tiendo a buscar mil razones y a hacer razonamientos absurdos, con los que no llego a ningún sitio. Simplemente a veces las cosas pasan, sin más y sin menos.

¿Los padres y madres de hijxs separados hemos fallado a nuestros hijxs? ¿Tenemos la culpa de lo que ha pasado? ¿Tenemos que dejar de hacer lo que sentimos como pareja porque somos padres? ¿Es verdad que si nosotros no somos felices, nuestros hijos tampoco lo serán? 

Miles de preguntas, remordimientos y dudas… y…..mea culpa, mea culpa….

Y la palabra culpa se apodera de los padres y madres separados que no dejan de pensar en el bien de sus hijxs. «Le he fallado» «Debería aguantar más.» «Tengo que anteponer la felicidad de mi hijx a la mía».

Os lo digo por propia experiencia: esos días grises pasarán (como pasaron los de mi cesárea)Todo viene y todo se va. La vida es efímera, tal vez demasiado, pero lo que un día sentimos como una losa pesada sobre nuestra alma, en unos días dejará de serlo y solo sentiremos una pequeña herida. Una herida que nos acompañará por el resto de nuestros días, pero que conformará nuestro ser. La persona que somos en ese preciso momento.

Durante los primeros años de vida, nos formamos como personas, las personas que vamos a ser; nuestra personalidad, las últimas pinceladas de nuestro carácter; pero no podemos olvidar que las vivencias de nuestro día a día, lo que nos sucede, lo bueno y lo malo, esos abrazos dados, esos besos rechazados, esos libros sin leer en la mesilla y esas canciones cantadas a pleno pulmón, hacen y harán lo que somos y seguiremos siendo hasta el fin de nuestros días.

Llevaré la herida de mi divorcio conmigo siempre, pero esa herida será una marca que me recordará que luche hasta el fin, que decidimos lo mejor para nuestra hija, que ame y odie, que reí y lloré, que fui plenamente feliz. FELIZ. Con mayúsculas y en negrita.
Porque nuestro único objetivo en la vida tiene que ser ese; ser feliz. Haciendo el bien, ayudando a nuestros seres queridos, trabajando en lo que nos apasiona, haciendo reír, leyendo, paseando… de cualquier manera y con quien queramos, pero feliz. Ser felices, no hay más. 

::: carpe diem :::

P.D.: Quiero dejar de llevar esas otras etiquetas y colgarme la de felicidad plena. Todxs la merecemos. 

 

2 Comentarios

  • Irantzu

    Mucho ánimo!!! Yo soy hija de padres separados (aunque tenía ya 15 años) y fue la mejor decisión para todos. Las heridas siempre están ahí pero la vida sigue y lo importante es sentirse bien con uno mismo y su entorno. Un beso

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    • Naiara Olague

      Sentirse bien con uno mismo y su entorno, qué importante. Creo que siempre o casi siempre, las decisiones que vamos tomando a lo largo de la vida son para bien, aunque al principio cuesto verlo. Muchas gracias por tu comentario alentador! Un abrazo!

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