Cosas que me gustan Día a día

Nuestro primer compinche

Patitos besándose

Que Maite cada día es más grande es una evidencia. Está súper espabilada, come de todo, duerme mejor, le preguntas cosas y te contesta (la mayoría de las veces con sentido) y ya junta dos palabras: «Papá ven», «Ama ven» con todos nombres de toda la familia.  ¡Ya es todo una señorita! Pero ayer sucedió una cosa que me hizo reflexionar aún más de lo rápido que pasa el tiempo para los bebés; qué pronto dejan de ser bebés para ser niñ@s con los que puedes interactuar. 

Ayer estábamos tiradas en la cama, antes de ir a la bañera, y le dije:

Venga, Maite. Ahora vamos al cuarto de estar donde está el Aita y le damos un beso, ¿vale? Tú uno y yo otro.

Y cuando llegamos al cuarto de estar, ella se puso en un lado, yo en el otro (cada una en un lado, para tener cada una una mejilla) y le dije:

Maite, ahora. Uno, dos y tres.

¡Y las dos le dimos un beso a la vez!  ¡Y se acordó perfectamente de lo que habíamos hablado y entendió que el 1, 2, 3 era la «cuenta atrás» y que después de eso vendría el beso! Pero si no le había explicado nada de eso, ¿cómo había deducido lo de la cuenta atrás? ¿Cómo esperó a que yo me pusiera en posición para que yo también le pudiera dar un beso?
¡Me quedé flipada! Parece una chorrada, lo sé, pero me quedé alucinando y fue la primera vez que planeábamos algo y se cumplia, que ella y yo habíamos hablado algo y lo hacíamos juntas.

Sí, venga, vale, que me quite las babas… jejejej lo siento, ¡es inevitable!

 

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